Siete Psicópatas (Seven Psycopaths, 2012)

En los primeros momentos de su proyección, podríamos pensar que Siete psicópatas es una de esas películas sobre el mundo del cine, en las que vamos a ver cámaras, fotos y un montón de gente dando vueltas por un plató de cine, metiéndonos en el curioso mundo de la fábrica de sueños. Pero no; lo que empieza siendo una anodina reflexión sobre el bloqueo del escritor, un guionista interpretado por Colin Farrel, termina siendo una simpática historia de gángsters de poca monta, en la mejor tradición de Tarantino o los hermanos Cohen.

Tengo que decir que la primera vez que vi la película fue de refilón en una emisión del Canal Hollywood y no en el cine. Vas cambiando de canal y, ¡plas!, te encuentras con una escena que no sabes muy bien cómo situar. No sabes si es una comedia negra, una de mafiosos, si es una chaladura o una genialidad. Luego miras la información que te da el canal y ves un título llamativo y curioso, «Siete psicópatas», que te hacen desear haber visto el comienzo. Te pilla en una escena cualquiera y, aunque no se entiende muy bien la narrativa, ya te quedas enganchado hasta que termina.

Y es que, desde que Tarantino reescribió los cánones del cine de matones con Reservoir Dogs y Pulp Fiction, hay algunos elementos que se tratan de imitar hasta la saciedad, aunque no siempre con buenos resultados, como son los diálogos intrascendentes entre escenas de violencia desmedida o el montaje no cronológico de la historia de historias que terminan entrelazándose de una forma insospechada.

Martin McDonagh, que no hace muchas películas pero que parece sorprendernos gratamente con cada uno de sus proyectos, nos cuenta aquí las peripecias de dos estafadores de poca monta que se dedican al secuestro de perros, de un gánsgter local que no duda en pegarle un tiro a cualquiera que le contradiga, de un cuáquero y su mujer negra que violan la violación y asesinato de su única hija y un vietnamita metido a cura que quiere vengarse de la tragedia de la guerra. Historias atípicas, desmadradas incluso, pero no alocadas hasta el delirio, que podemos seguir y hasta identificarnos con algunos de sus protagonistas. Todo ello enmarcado por dos amigos, un guionista y uno de los secuestradores de perros, que tratan de buscar ideas para el siguiente guión.

Los actores están todos soberbios, hasta el punto de que incluso se puede aguantar a Colin Farrel. Destaca, para mí, Chirstophen Walken en un papel maduro, con una mirada que transmite que está de vuelta de todo y que lo mismo puede cruzar a la acera de enfrente que cortarle (o cortarse) el cuello a cualquiera. Fantástico Sam Rockwell como el amigo psicópata que anhela que el guión de su amigo tome vida y se convierta en una auténtica historia de violencia en la que él pueda ser el protagonista. Y Woody Harrelson vuelve a hacer otro de esos papeles menores en los que roba la pantalla cada minuto que pasa en ella.

No todos los elementos de la historia son igual de buenos ni todos los psicópatas igual de apasionantes, llegando a un punto en el que la premisa (esos siete asesinos despiadados) es más la excusa para un buen título antes que un verdadero objetivo argumental. Pero en general, con un buen ritmo, unos diálogos chispeantes y esa colección de interpretaciones a la que me refería antes, es una película que merece la pena ver cualquier tarde en televisión, sin esperar a encontrarla zapeando de un canal a otro.

Para saber más…

Trailer

Siete psicópatas (2012)

$3.99
6.9

Premisa

6.5/10

Guión

7.0/10

Interpretación

8.5/10

Producción

7.0/10

Música y sonido

5.5/10

Pros

  • El personaje cuáquero.
  • El amigo psicópata.
  • Woody Harrelson.
  • Buen ritmo.

Cons

  • La mitad de los psicópatas son de relleno.
  • Cierta violencia sin sentido, incluso aquí.