Quiz Show – El Dilema (Quiz Show, 1994)

Seguro que recuerdas algún concurso de televisión en el que un participante duraba semanas y semanas, con un gran éxito de público. La pregunta que puede surgir es, ¿duraba tanto porque era bueno o porque le ayudaban desde el programa?

Eso es lo que se preguntó un investigador del Congreso de Estados Unidos a finales de los años 50, al estudiar el desarrollo de algunos concursos de preguntas (Quiz Shows) muy populares en aquella ápoca.

Un concurso de este tipo solía tener el formato de alternar preguntas sobre cultura general y áreas temáticas a dos concursantes, de forma que, si uno de ellos fallaba, la pregunta rebotaba al contrario, que podía ganar los puntos de su oponente. Cada uno de esos puntos representaba una cantidad de dinero y, en una época de recuperación tras los sacrificios de la década anterior, durante la Segunda Guerra Mundial, era como si estuvieras viendo en directo cómo le tocaba al alguien la lotería.

Los concursos de preguntas fueron uno de los primeros formatos televisivos en los que se empezó a explotar de verdad el poder de la publicidad en televisión (igual que ahora), por lo que las cadenas estaban muy interesadas en aumentar su audiencia como fuera (igual que ahora). Esto llevó a que algunas se planteasen elegir los concursantes que pudieran tener el mayor atractivo para el público (igual que ahora), aunque ello implicara romper algunas reglas éticas (igual que ahora). Lo interesante de la película es que éste fue el momento histórico en que las cadenas se dieron cuenta de cómo hacer las cosas para ganar más dinero.

En 1956, Herb Stempel (John Turturro) es la estrella del programa Veintiuna (Twenty-One), un concurso de preguntas en el que este hijo de inmigrantes judíos, algo feo, desaliñado, brusco y torpe en sus relaciones sociales, destacaba en una de las pocas cosas que se le daban bien: memorizar. Precisamente por su procedencia humilde del Bronx, Stempel se ganó la simpatía del público, que se veía identificado con él.

No obstante, tras el éxito inicial las audiencias bajan con rapidez y la dirección del programa empieza a buscar un sustituto, alguien que pueda tener algo más de carisma y atractivo para la audiencia, lo que encuentran en la persona de Charles Van Doren (Ralph Fiennes). Este profesor de literatura de la Universidad de Columbia tiene todo lo que no tiene Stempel: elegancia, encanto, atractivo y glamour.

Con la finalidad de hacer el cambio, el programa exige a Stempel que se deje ganar, fallando de manera dramática una pregunta de la que el conocía perfectamente la respuesta. El resentimiento le llevará a colaborar con la investigación del Congreso para determinar el alcance de los amaños en este tipo.

El escándalo del programa Twenty-One no fue él único que se produjo en los años 50. De hecho, fueron varios los programas de televisión que fueron objeto de una investigación oficial, que reveló que la ayuda a los concursantes era una práctica bastante extendida, para tratar de ampliar la audiencia. Lo curioso es que, al principio, los productores querían que el programa estuviera limpio, que no hubiera amaños. Pero el resultado fue un fracaso absoluto: los concursantes fallaban todas las preguntas y los tanteadores terminaban a cero, de forma que el público se aburría terriblemente y cambiaba de cadena.

Robert Redford dirigió en 1994 esta película de algo más de dos horas, en la que se nos cuenta con detalle el desarrollo de los acontecimientos en torno a estos hechos. El ritmo no es frenético, pero sí constante, parecido a un docudrama, de forma que, aunque no hay muchos altibajos en la acción, siempre estamos pendientes de lo siguiente que van a hacer los protagonistas.

La ambientación histórica es muy buena, en especial en lo que se refiere a los estudios de televisión y todo el ambiente que rodeaba la producción de este tipo de programas, hasta el punto de que, so pones la imagen en blanco y negro, como si la vieras en uno de los televisores de la época, te crees que es una grabación del programa original.

Turturro está simplemente magnífico y Fiennes hace un papel que parece sobreactuado, por lo empalagoso y prepotente de su personaje, hasta que ves alguna de las grabaciones originales de la época y te das cuenta de que esta persona era así. Por su parte, los secundarios hacen un papel excelente, empezando por Hank Azaria, que interpreta a un productor de televisión sin escrúpulos. El que no está tan acertado es Rob Morrow, en su papel de celoso investigador del gobierno, que tiene la misma pasión e interés en lo que hace que si estuviera rellenando un crucigrama y de vez en cuando la picase la oreja, que es cuando tienes que deducir que está sonriendo.

Como curiosidad, es divertido ver a Martin Scorsese delante de las cámaras, interpretando a uno de los directivos que participó en el amaño, en vez de dirigiendo. La verdad es que el hombre no lo hace nada mal.

Quiz Show no fue un gran éxito de taquilla y no es de esas películas que hayan quedado en el recuerdo colectivo del público como una de las grandes de su década, pero es un esfuerzo notable dentro de la carrera como director de Redford y una historia interesante de ver en cualquier momento.

Trailer:

Quiz Show (1994)

7.7

Premisa

8.5/10

Guión

7.0/10

Interpretación

6.5/10

Producción

9.0/10

Factor "La volvería a ver"

7.5/10

Pros

  • La historia es original
  • La ambientación es fantástica
  • Las interpretaciones son muy decentes

Cons

  • El ritmo es algo lento
  • Rob Morrow es muy aburrido