Jumper parte de una premisa interesante y cuenta con un equipo artístico y técnico impresionante, pero se que queda corta en todos los sentidos y te deja con la sensación de que te han contado sólo una parte de la historia. Por cierto, Jamie Bell no deja de superarse como actor.
Llevamos unos cuantos años saturados de películas de superhéroes (y lo que nos queda), por lo que es difícil pensar que una película que trate sobre personajes con poderes sobrenaturales tenga mucho que aportar, si no se encuadra en alguno de los grandes universos fantásticos, como el de Marvel (Los Vengadores) o DC Comics (X-Men y Liga de la Justicia). Pero mira, aquí tenemos una película de superhéroes que no tiene nada que ver con todo eso y la cosa se agradece. De hecho, se agradece tanto que voy a preparar una lista de películas de super-héroes de este tipo.
Siguiendo con Jumper, la premisa es que David (Hayden Christensen) es un joven que posee la habilidad de teletransportarse a cualquier lugar que imagine. La película no aclara por qué tiene ese poder, cómo funciona o de dónde sale. Simplemente lo tiene y parece que se desarrolla en la infancia, a partir de los cinco años, aunque el primer salto importante lo da en la adolescencia, en un momento de tensión.
Abandonado por su madre y con un padre ligeramente abusivo y con aspecto de alcohólico, David utiliza sus poderes para convertirse en ladrón de bancos y llevar una vida despreocupada de lujo y viajes por todo el mundo. Desayuna e París, pasea por Luxor, hace surf en las Bahamas y termina cenando en algún restaurante de Chicago.
Esta vida de ocio y tranquilidad se ve alterada cuando se cruza con una especie de secta secreta de asesinos, llamados «Paladines» y encabezados por un tal Roland (Samuel L. Jackson), que han asumido la tarea de matar a todo el que tenga los poderes de David. El enfrentamiento entre Jumpers y Paladines parece que se remonta a varios siglos atrás en la historia, pero tampoco nos explican muy bien ni por qué ocurre, ni cómo están organizados, ni qué motivación tiene ese enfrentamiento, más allá de una especie de fanatismo religioso.
En su huida arrastrará a su amor juvenil, Millie (Rachel Binson) y otro Jumper llamado Griffin (Jamie Bell) que parece tener bastante más experiencia y control de su poder del que tiene David.
Si te lo cuento así un poco de pasada es porque la película tampoco explica nada. Como te digo, no sabemos de dónde salen unos y otros personajes. No sabemos cómo funcionan los poderes de salto, no sabemos cómo ha sobrevivido David o Griffin todos esos años por sí mismos, no sabemos cuántos Jumpers o Paladines hay, no sabemos por qué la chica lo abandona todo para seguir a un personaje misterioso que no explica nada y que sólo la mira de reojo cada vez que tiene que responder a una pregunta incómoda, dejando todo en el aire y exclamando con ansiedad que tiene que confiar en él.
Basada en una novela de Steven Gould, a la que han cambiado bastantes cosas, como película de superhéroes, se queda corta. Como película romántica para adolescentes, se queda costa. Como película de acción, se queda corta. Como película de conspiraciones, se queda corta. Vamos, y como película en sí misma, se queda corta, ya que no llega a los noventa minutos de duración.
A pesar de todo tiene sus cosillas. La premisa es interesante, las escenas de persecución no están mal del todo, por el uso que se hace de los poderes de teletransportación para sorprender a perseguidores y espectador. Y, por encima de todo, Jamie Bell se queda contigo cada vez que aparece en pantalla y te hace desear que hubiera una secuela sobre su personaje, porque tiene más carisma, sarcasmo y cachondeo que todos los demás juntos.
Hayden Christensen, que se hizo famoso por «interpretar» a Anakin Skywalker en la segunda trilogía de Star Wars, está más aguantable de lo habitual. No da cosa verle y a veces incluso te cae simpático, aunque parece que el mayor cambio que ha experimentado sobre ese papel es que en lugar de mirar mucho con cara de mala leche, ahora mira mucho con cara de «no sé qué hacer».
Sale por ahí Samuel L. Jackson haciendo de malo-malísimo, que… en fin… no lo hace mal y tiene su encanto eso de llevar el pelo decolorado, pero no está a la altura de otras películas. Otra que sobre por completo es Rachel Bilson, a la que podríamos quitar de la película perfectamente y no se notaría demasiado.
En resumidas cuentas, una película medianamente entretenida, aunque no llega a desarrollar ninguna de sus posibilidades, en la que los secundarios lucen más que los protagonistas. Aunque sólo sea por ver algo que no sea de Marvel o DC, merece la pena echarle un vistazo.
Trailer: