Parece que Nicholas Cage le ha cogido gusto a las historias de fantasía oscura, porque no deja de encadenar una película con otra relacionadas con la brujería, el satanismo o las venganzas infernales. En este caso, estamos ante un exceso en toda regla, una película tan pasada de vueltas que se huelen los neumáticos quemados.
Debe parecer que tengo debilidad por Nicholas Cage, porque últimamente comento bastantes películas suyas. Tengo que reconocer que sí la tengo, pero que no es intencionado. Por un lado me da un poco de pena que un tipo capaz de hacer interpretaciones tan memorables como las de Leaving Las Vegas o El Señor de la Guerra, tenga una carrera tan irregular. Por otro lado, incluso cuando hace papeles malos, como éste que nos ocupa, transpira un magnetismo y un talento que te siguen haciendo gracia.
John Milton es un personaje misterioso que irrumpe en pantalla desde el primer instante con una recortada en las manos, volando rodillas, manos y cabezas a todo el que se atraviese en su camino, para rescatar un bebé de pocos meses al que quieren sacrificar en un rito satánico. Cage pasa de todo. Es el duro por antonomasia, capaz de liarse a tiros con 10 sicarios que entran en la habitación, mientras trata de no perder el hilo con la camarera que se ha traído del bar, entre tragos de bourbon.
La historia no tiene mucha complicación, ya que no es más que una persecución en la que no sabemos quién es más malo: si el personaje de Cage, un tal John Milton, los tipos a los que persigue, una secta satánica dirigida por un lunático que nos recuerda a Manson, o el misterioso personaje que persigue a todos, que se presenta con el enigmático nombre de “el contable”. Al final resulta que el contable es un buenazo, que Milton tiene unos principios bastante fuertes y la secta… dejemos la secta para los que quieran ver la película, que no hay que reventar toda la historia.
Esta película podría haber sido la segunda parte de El motorista fantasma, que ya comenté hace unos meses. De hecho, con unos pocos retoques en el guión, habría encajado perfectamente. Un personaje vuelve del infierno para ajustarles las cuentas a todos, aunque sea a costa de emplear una violencia a menudo superior a la de aquellos a los que castiga.
Porque la película es un derroche de violencia gratuita, exagerada, socarrona y gamberra desde el primer mínuto hasta el último. La saña con la que el contable tortura a las víctimas que Cage va dejando por el camino es para ponerte los pelos de punta, sino fuera porque el trabajo de William Fitchner, el actor que lo encarna, está lleno de una socarronería y humor negro que me encantan.
Tampoco está mal la actriz que han puesto al lado de Cage, en el papel de su “road buddy” que se encuentra por accidente en un parque de caravanas de cualquier ciudad perdida en la América profunda y le acompaña en la búsqueda de su bebé. Amber Heard, que a sus 26 años ya tiene 36 películas a la espalda, consigue que te creas cada una de las palabras y movimientos que realiza, desde flirtear con un camarero de carretera hasta dar unos cuantos puñetazos con convicción.
No hay que buscarle más vueltas a esta película de entretenimiento para adultos, que sirve para tirarse en el sofá después de comer y pasar un buen rato riéndote mientras tratas de descubrir quién es más fantasma de todos.
Publicado originalmente el 12/05/2012, actualizado el 16/07/2018.
Para saber más…
- Furia ciega en IMDB.
- Furia ciega en Wikipedia.
- Sitio web oficial.
Trailer