El Cuarto Protocolo (The Fourth Protocol, 1987)

Con todo el arsenal nuclear que hay dando vueltas por el mundo, me sigue asombrando que en todos estos años no haya habido un solo incidente serio. Me refiero a actos de terrorismo. ¿Es porque las potencias nucleares lo evitan o porque es muy difícil?

El agente soviético Valeri Petrov (Pierce Brosnan) es la estrella de la KGB, un agente entrenado durante años para poder infiltrarse en un país del bloque occidental y pasar como un ciudadano más, pero realizando aquellas tareas de espionaje o sabotaje que le encomienden. Esa tarea ha llegado y consiste en introducir en suelo británico los elementos de una pequeño bomba nuclear, que tiene que hacer estallar al lado de una base militar norteamericana.

Los efectos que un incidente de este tipo podrían tener en las relaciones internacionales y en la seguridad del país serían tan devastadores, que supondrían un claro desplazamiento del equilibrio de poder a favor de la Unión Soviética, por lo que Petrov recibe todo el apoyo necesario por parte de otros agentes para conseguir su objetivo.

Enfrente tiene a John Preston (Michael Caine) un eficaz funcionario de la Inteligencia británica, pero aquejado por profundos problemas personales tras la muerte de su esposa, que han agriado su carácter y le han llevado a poner en peligro su carrera profesional. Cuando esos problemas le llevan a ser destinado a un puesto menor en el control de fronteras, no sólo tendrá que esforzarse para desbaratar el plan de Petrov, sino convencer a sus superiores de que dicho plan existe de verdad y no es sólo un montaje para recuperar su prestigio personal.

Basada en la novela del mismo nombre de Frederick Forsyth, uno de los escritores de espionaje más brillantes del siglo pasado, esta película nos presenta una compleja trama internacional en la que un dirigente de la KGB intenta alterar el equilibrio de poder en occidente mediante un arriesgado plan que supondría la ruptura de «El Cuarto Protocolo», un acuerdo secreto entre las grandes potencias para prevenir este tipo de situaciones.

La historia es buena, los actores son bastante competentes y el momento era ideal, ya que la novela se publicó en 1984, cuando todos los días nos levantábamos con alguna manifestación contra la proliferación de armas nucleares. La amenaza del invierno nuclear, el descontrol que suponía tener un arsenal de miles de misiles por el mundo, la tensión en algunas zonas de conflicto y la aparente conducta temeraria de algunos políticos, muy propensos a «apretar el botón», habían metido el miedo en la opinión pública. Pero, aunque la película tiene momentos interesantes y hay algunos personajes destacados, no llega a coger el pulso y potencial de la historia que nos presenta.

Pierce Brosnan no era aún la mega-estrella que llegaría a ser unos años después, cuando interpretase al agente 007, aunque ya había alcanzado una cierta notoriedad al protagonizar la serie de televisión Remington Steele. Por su parte, Michael Caine era un actor consagrado en su fase de madurez, en la que supuestamente podía dedicarse a escoger los papeles que más le interesaran.

De hecho, Caine era amigo personal de Forsyth y se conocían desde hacía bastantes años. La producción de esta película fue un proyecto de ambos para trabajar juntos, de forma que constituyeron su propia productora y reunieron la inversión inicial para llevarla adelante. Pero juntar a un buen escritor y a un buen actor para hacer una película no quiere decir que tengamos una buena película.

El guión pasó por bastantes manos, incluidas las del propio Forsyth, y terminó siendo una sucesión de escenas lejanamente unidas por un hilo argumental, pero que carece de la tensión creciente que tiene la novela o debe tener una buena película de espías. Vemos destellos de vez en cuando, como la secuencia inicial en la que Caine localiza a un topo que filtra secretos a los rusos, o los excelentes diálogos entre los secundarios que desarrollan la trama de poder entre los dirigentes del KGB. Pero esas escenas sólo son un adorno que salpica una narrativa bastante plana.

Es como si algunos elementos de la novela hubieran sobrevivido al proceso de adaptación, pero hubieran quedado sepultados en el intento de hacer una película muy seria. Michael Caine diría unos años después que estaba decepcionado con el resultado y que consideraba que los diálogos incomprensibles habían sustituido a la acción.

Todo el mundo es muy competente y las actuaciones son bastante dignas, con la única excepción del propio Caine. Aquí no puedo coincidir con la mayoría de críticas, que destacan su trabajo. Si contemplas su carrera, te das cuenta que no hay una verdadera interpretación de un personaje distinto, sino que en este punto ya había desarrollado una serie de tics y rasgos propios y parece que interpreta a su propio héroe. Uno que cuida a su hijo al quedarse viudo y que va por la calle dando palizas a los racistas que se meten con la gente del metro.

Aparece Joanna Cassidy en el papel de científica/espía soviética que conoce todos los detalles de la bomba. No ha sido una actriz muy prolífica, pero casi siempre que aparece merece la pena verla, como había ocurrido un par de años antes cuando interpretó a una de las replicantes en Blade Runner, y aquí vuelve a suceder.

Si no las has visto y te gustan las de espías, te la recomiendo. Si te gusta Pierce Brosnan y quieres conocer algo más de su filmografía, te la recomiendo. En cualquier otro caso, creo que te va a aburrir.

Trailer:

 

El Cuarto Protocolo (1987)

6.5

Premisa

8.0/10

Guión

5.5/10

Interpretación

6.5/10

Producción

6.5/10

Factor "La volvería a ver"

6.0/10

Pros

  • La premisa es interesante
  • El carisma de Pierce Brosnan
  • La historia de espías

Cons

  • La interpretación de Caine
  • La monotonía del guión