Don Camilo (Le Petite Monde de Don Camilo, 1952)

Nuestra sociedad ha tomado un giro al radicalismo que ha hecho que, en muchas partes del mundo y en los últimos años, amigos, familiares y seres queridos dejen de dirigirse la palabra por diferencias ideológicas. Y esto cuando no se llega a la violencia, que de eso también tenemos muchas noticias. ¿No es posible discrepar en algo y, a pesar de ello, seguir siendo amigos?

Don Camilo (Fernandel) es un cura de pueblo, un bruto de enorme tamaño y fuerza que considera que a veces los problemas pueden resolverse de un tortazo, siempre que se de con todo el cariño del mundo. Peppone (Gino Cervi) es un convencido alcalde comunista, que considera que la revolución debe triunfar para beneficio del proletariado.

Estos dos personajes conviven en un pequeño pueblo italiano, asolado por la pobreza tras la Segunda Guerra Mundial. Nadie es rico y todo el mundo trata de sobrevivir y llevar un plato de comida a su casa como puede. El cura y el alcalde son los líderes morales del pueblo, enfrentados por su ideología, pero secretamente dispuestos siempre a echarse una mano para hacer lo correcto y ayudar a todo el mundo.

Y aquí es donde está la belleza la historia, porque tanto Don Camilo como Peppone interpretan un papel de cara a la galería: el de religioso intransigente con la debilidad ajena y el del comunista radical que sacrifica a los individuos en beneficio de su ideal. Pero ambos han compartido sufrimiento y penas juntos, desde que se encontraron en las trincheras de la guerra, y siempre pueden contar con el otro para salir de un apuro, mientras nadie se entere y puedan mantener su imagen frente al resto del pueblo. Así, ambos no dudarán en arrastrarse por la noche a riesgo de enemistarse con los suyos para hacer el bien común a todo el pueblo. No te cuento los detalles, para que disfrutes de la película si no la has visto.

La película está basada en una serie de pequeños cuentos escritos por Giovanni Guareschi, un escritor y periodista que sufrió lo peor de la guerra en un campo de prisioneros en Polonia, donde conoció a un cura llamado Camilo Valota, que estuvo en diversos campos de concentración por ayudar a varios judíos a escapar de la persecución nazi. No está claro si el Don Camilo original tenía el mismo carácter que el Don Camilo de ficción, aunque tiene pinta de que es más bien una mezcla de anécdotas que vivió Guareschi.

Las novelas, que te recomiendo igualmente si no has leído, no tienen la estructura de una historia contada de forma cronológica, sino que son pequeños cuentos de unas pocas páginas que comparten los mismos protagonistas y escenario. En el guión adaptado, sin embargo, el propio Guareschi colaboró para darle a todo una cierta unidad de acción y construir una narrativa más coherente.

Enmarcada en lo que se conoce como «neo-realismo italiano», esta película tiene los elementos típicos de ese estilo, ya que se centra en la vida cotidiana de la gente y no en los personajes románticos e idealizados que nos presenta a menudo el glamour de Hollywood. Tanto Don Camilo como Peppone son dos brutos, dos personajes con las manos encallecidas de tener que levantar el arado o reparar las goteras del techo por sí mismos.

La realización es sencilla, pero eficaz, algo que hay que agradecer al director Julien Duvivier, que cuenta con uno de los currículos más respetados en el cine europeo de mitad del S.XX. Las interpretaciones son creíbles, incluso dentro de los límites de la comedia ligera que se nos presenta, con un abundante sarcasmo por parte de ambos protagonistas.

Como curiosidad, te diré que la película se rodó dos veces, una en francés y otra en italiano, al ser una coproducción franco-italiana. Por aquel entonces las posibilidades técnicas de doblaje y edición eran mucho más limitadas que ahora, y los productores consideraron que ésta era una forma más económica de realizar ambas versiones.

Esta es una de esas películas que yo califico de «cuentos amables», en los que los personajes exhiben su humanidad y bondad por encima de todo. Sin caer en el pasteleo edulcorado, Don Camilo nos muestra las relaciones entre dos amigos ideológicamente opuestos, que son capaces de hacer lo correcto por encima de sus convicciones ideológicas.

Aunque muchos elementos hayan quedado superados por el tiempo, así como las convenciones sociales en torno a la imagen del hombre y la mujer o el papel de la Iglesia en la vida cotidiana, creo que es una historia que bien vale la pena que le eches un vistazo. Porque los valores de verdad no tienen nada que ver con las modas sociales.

Don Camilo (1952)

8.1

Premisa

8.5/10

Guión

8.0/10

Interpretación

8.5/10

Producción

6.5/10

Factor "La volvería a ver"

9.0/10

Pros

  • El carisma de los personajes
  • La humanidad de la historia
  • La calidad de la producción

Cons

  • Algunos altibajos de guión