Asylum: El Experimento (Eliza Graves, 2014)

Hay historias que se supone que tienen que funcionar por el magnetismo de sus personajes, individuos que despiertan pasiones a su alrededor por donde quiera que pasan. Pero luego ves esto y no. Es que no.

En 1974 se estrenó la película El Gran Gatsby, basada en la novela del mismo nombre de F. Scott Fitzgerald. Se suponía que iba a ser el exitazo del año por el equipo implicado: Robert Redford como protagonista, Francis Ford Coppola como guionista y todo ello partiendo de una novela que muchos consideran una de las mejor escritas de la historia. Bueno, pues fue un desastre de proporciones monumentales. Un fracaso de taquilla y crítica indiscutible. ¿Por qué? Por la mala elección de la protagonista, que recayó en una histriónica y cadavérica Mia Farrow.

No digo que no haya papeles adecuados para gente con rasgos curiosos. Mira a Ron Perlman, que tiene la nariz pegada a la frente y ha hecho de ese rasgo un signo distintivo de muchos personajes a los que ha interpretado. Si Perlman tiene la cara así e interpreta a un monstruo del infierno en Hellboy o a un criminal asesino en Bunraku, pues es que le han dado el papel perfecto. Pero si Fitzgerald describía a la protagonista de El Gran Gatsby como una mujer de enorme belleza que hechizaba a todo el mundo a su alrededor y te ponen a Mia Farrow, estooo… que no.

Bueno, pues exactamente lo mismo pasa con esta película, que en realidad podrían ser dos historias totalmente distintas. La primera es la de un joven doctor que se enamora de una paciente psiquiátrica, a la que quiere liberar del manicomio en que está encerrada, huir y hacer más locuras, pero juntos. La segunda es la de un grupo de internos en el mismo manicomio, a finales del S. XIX, que se rebelan contra el personal, los encierran y toman el control de la institución, tratando de demostrar que ellos son los cuerdos y los otros los verdaderos criminales.

La primera historia es un rollo, interpretada por Kate Beckinsale en el papel de «mujer fascinante que hechiza a todo el mundo» y por Jim Sturguess en el papel de «joven doctor idealista incomprendido». Ella se pasa TODA LA PELÍCULA con cara de tonta y la boca entreabierta. Pero no cuando le dan la medicación o le sacuden una descarga de terapia de electrochoque, no. TODA LA PELÍCULA. Es como una sucesión interminable de primeros planos con cara de tonta, complementados con otra sucesión de primeros planos con cara de embobado del joven médico enamorado.

La segunda historia está muy bien y nos cuenta el enfrentamiento entre el director del manicomio, interpretado por Michael Caine, y uno sus pacientes más graves, interpretado por Ben Kingsley. Salt (el director) es un psiquiatra típico de la narrativa victoriana, un sádico que tortura a sus pacientes con duchas frías, encierros y privaciones de todo tipo para «curarles» de su locura. Lamb (el paciente) es un hombre atormentado por alguna tragedia de su pasado, que le llevó a matar a sangre fría a cinco personas sin que haya una explicación aparente para su conducta. Cuando el segundo toma el control del hospital, hace gala de una extraña combinación de venganza con los médicos y misericordia con los enfermos que nos hace preguntarnos quién es el loco de verdad.

El motivo por el que te he contado la historia de El Gran Gatsby es que aquí pasa lo mismo. Se supone que la protagonista (Eliza Graves) es una mujer de gran belleza, que hechiza a todo el mundo a su alrededor. Y no dudo que haya gente que considere a Kate Beckingsale una belleza (yo no), pero ni es realmente la protagonista, ni hechiza a nadie, ni podemos creernos que todo el mundo baile a su alrededor, porque no deja de poner cara de tonta y asustada toda la película, intercalando frases misteriosas.

Cada momento que Kingsley aparece en pantalla, te quedas esperando a ver qué hace, qué dice o qué ocurre a su alrededor. Cada momento en que Beckingsale aparece en pantalla te preguntas a dónde está mirando o si terminará por decir algo interesante.

A Michael Caine le han puesto al fondo, supongo que para dar peso al cartel y rentabilizar los últimos años de su carrera, porque aparece poco más de diez minutos en la película. Eso sí, muy intensos. Y tengo que decir que la secuencia final con Kingsley merece un aplauso por la mezcla de sencillez y contundencia de un simple gesto. No te la cuento, para que estés atento.

Si pudiera editar la película y quitar unos 25 minutos de la primera historia, nos quedaba una película fascinante sobre la crueldad humana y las clínicas psiquiátricas del S. XIX. De esta forma, ha quedado uno de los mayores fracasos de taquilla de 2014 que sólo consiguió recaudar 3’2 millones de dólares en todo el mundo.

Trailer:

Asylum: El Experimento (2014)

Desde 11'00 €
5.6

Premisa

6.0/10

Guión

5.5/10

Interpretación

6.0/10

Producción

8.0/10

Factor "La volvería a ver"

2.5/10

Pros

  • Ben Kingsley, el verdadero protagonista.
  • Michael Caine, aparece poco, pero muy bien.
  • Los secundarios, todos perfectos.

Cons

  • Kate Beckinsale, insufrible
  • Jim Sturguess, más insufrible
  • La idea esta de mezclar dos historias