Puede que te suene a algo muy técnico, pero hay una cosa que se llama «construcción del personaje» sobre lo que las críticas sesudas debaten mucho, aunque huela a que no tienen ni idea de lo que hablan. Venom construye los personajes muy bien, porque cuando terminas hasta te cae bien el alienígena psicópata que la protagoniza.
Y es que de eso se trata la cosa. Una película te «engancha» si consigue meterte en su historia. Eso incluye una serie de elementos, como que te creas la premisa, que el mundo en el que se desarrolla sea convincente y, sobre todo, que llegues a identificarte o sentir alguna afinidad por los personajes. Porque si no te importa lo que les pase, al terminar te olvidarás de ellos en pocos minutos, que es exactamente lo que le está pasando a las películas de la serie Star Wars, por ejemplo.
Pero sí que tengo claro que el personaje principal de Venom se llama Eddie Brock, que es periodista (como Clark Kent) y que es una persona normal lanzada a vivir una situación extraordinaria, que es lo que define a los héroes. A éste le acompaña un ente negro y viscoso, recuperado en una misión espacial de algún rincón perdido del sistema solar, que sólo puede vivir asociado a otros seres, a los que se une estableciendo una relación simbiótica, y que tiene una mala leche considerable, aparte de capacidades que sólo podemos definir como super-poderes.
Esos poderes sólo se manifiestan cuando se produce la asociación entre el simbionte y su huésped. Gracias a su capacidad, la persona «ocupada» puede regenerarse de casi cualquier lesión, duplica su tamaño y multiplica su fuerza y agilidad de manera extraordinaria. Además, el simbionte tiene una percepción de su entorno casi total, de forma que puede anticiparse a casi todos los ataques que le lancen.
El personaje, junto a su mala leche y humor negro, es sumamente atractivo y en apareció en los años 80 como un desarrollo en la historia de Spider-Man. De la misma forma que Iron Man terminó por asimilar la armadura y convertirla en parte de si mismo (ver la serie Extremis), Peter Parker encuentra un traje que se pega a él y que le proporciona poderes adicionales. Este traje resulta ser un alienígena con voluntad propia que va torciendo al trepamuros hacia el lado chocolateado de la vida, hasta que se deshace de él con ayuda de unas campanas.
Nada de eso se cuenta en esta película, de forma que debemos aceptar la percepción extrasensorial de Venom como una cualidad propia y no como una extensión del sentido arácnido de Peter Parker, que es de donde sale originalmente, así como su capacidad para trepar por las paredes o su aspecto general. Y es que, si te fijas, te darás cuenta que la cara de Venom no es más que una versión tenebrosa de la de Spider-Man.
Y aquí llegamos a la eterna duda de si las películas deben juzgarse por sí mismas o por la historia que adaptan. Yo soy más partidario de la segunda opción y, aunque coincido con muchas críticas en que aquí falta un malo de peso, también creo que todas las referencias a Spider-Man no se echan en falta y que la historia es buena en si misma. Hay quien dice que todo esto huele a que Sony va a dejar de intentar sacar películas de este personaje, después de los tortazos que se ha metido, dejando que sean los antagonistas quienes lleven el peso.
El protagonista absoluto es Tom Hardy, en una interpretación muy acertada de una persona que evoluciona desde la prepotencia del periodista-salvador del mundo que termina en la calle por listillo, hasta el anti-héroe que desarrolla una completa compenetración con el simbionte y acepta su nueva realidad. Por eso, cuando al final les vemos hablar por la calle, con frases llenas de humor negro y socarronería, entendemos lo que es «desarrollo del personaje» y nos quedamos con ganas de ver qué va a pasar en la segunda parte.
El resto de actores son invisibles, excepto la dependienta oriental de una tienda de conveniencia de esas que están abiertas todo el día y que parecen tener un cartel de «cola para los atracadores por la derecha». El malo, lamentable; tanto que ni siquiera tengo ganas de comentarlo. Y es un poco desconcertante, por cierto, ese cameo al final de Woody Harrelson sugiriendo que en la próxima película puede interpretar al gran enemigo de Venom en los cómics; Carnage. Y digo desconcertante, porque parece una mezcla de drag-queen y Hannibal Lecter. Ya veremos.
Trailer: