Es curioso que, ante la falta de creatividad y talento que inundan el panorama actual, cuando alguien quiere hacer una película «guay» se dedique a hacer homenajes o refritos de los 80. Ready Player One es la demostración de que un gigantesco refrito de cosas «guays» puede ser una basura de considerables dimensiones, aunque ese alguien sea el mismo Spielberg.
Los 80 fueron geniales. Y debe ser algo más que una opinión mía cuando no dejan de salir películas, canciones, libros e incluso montajes teatrales que homenajean, copian, fusilan o plagian descaradamente todo lo que se hizo en aquellos años. Iron Man, por ejemplo, utilizaba una canción de Black Sabbath para el trailer y todo el mundo reconoce que el ritmo que da al montaje es insuperable. Thor: Ragnarok utilizó un tema de Led Zeppelin con el mismo resultado. No digamos nada de Super 8, bodrio insoportable donde los haya, cuya única razón de ser era homenajear el cine de los 80. Y la tendencia sigue y sigue. En los próximos meses saldrán las biografías de Elton John y Queen, cuyas canciones (casi medio siglo después de haberse publicado) siguen teniendo más marcha y actualidad que muchos temas publicados en los últimos 15 años.
Es difícil decidir si todo se reduce al tirón nostálgico del pasado, a la mayor calidad de los trabajos que salían en aquella época o a una mezcla de los dos, pero el caso es que no dejamos de ver productos que llaman al fantasma de las navidades pasadas para resucitar una y otra vez temas, películas, personajes y ambientes que marcaron aquellos años. Y eso es lo que tenemos delante, una película con un guión flojo, una historia sin mucho sentido, unos personajes superficiales, pero una acumulación asfixiante de referencias y «homenajes» a todo lo que hayan conseguido obtener derechos de imagen para insertar en algún punto de la película.
¿A quién no le gusta el DeLorean de Regreso al Futuro? Un coche que fue famoso por su poca potencia, su coste elevado y su poca fiabilidad eléctrica, pero con un diseño futurista alucinante que llenó nuestra imaginación en tres películas de calidad desigual y personajes entrañables. Pues toma De Lorean metido con calzador, aunque el protagonista sólo tenga que recorrer 30 metros para comprar el pan.
¿Y El Gigante de Hierro? ¿Quién no quiso tenerlo como amigo secreto de la infancia? Vale, no es de los 80, sino de los 90, pero es «retro» a tope. ¿Y Akira? Manga sobrevalorado como pocos, pero que también tuvo su influencia estética y pseudo-filosófica sobre una generación. Vamos… en serio, hubo mangas mucho mejores que Akira. Pero la moto mola. Y no hay un Halcón Milenario dando vueltas porque no habrán conseguido negociar los derechos, pero ya es raro.
Claro, el problema es que uno puede sonreír al ver con nostalgia el Plymouth Fury de 1958 de Christine y otras 236 referencias a la cultura del último cuarto del Siglo XX, pero eso no es un guión, ni una historia, ni nada que nos interese lo más mínimo. Los personajes de Ready Player One no pueden ser más apáticos, superficiales, estereotipados y simples que nos podamos imaginar. Y si la has visto, te desafío a que recuerdes el nombre de uno solo de ellos. Seguro que no recuerdas ni uno; ni siquiera el amigo ese tan simpático.
El malo no es malo, es patético. El bueno no es bueno, sólo tiene la boca abierta. El compañero simpático… quizás sea de lo mejor de la película. El personaje femenino segundón, que no puede ser segundón porque el feminismo progre se lo impide al guionista, es un elemento decorativo totalmente prescindible. Y el mentor espiritual que guía al protagonista intenta ser tan friki y trascendental, incluso cuando tira de la correa de las cortinas, que termina siendo una parodia lastimera.
Si. Ready Player One tiene muchos efectos especiales y muchas referencias nostálgicas. Pero es que no es más que eso, un gigantesco montón de referencias animadas por ordenador, vacío de contenido e interés, que no durará en la memoria de los espectadores ni la décima parte que cualquiera de esas referencias. Es tan mala, que en Estados Unidos no llegó a recaudar ni el 80% de lo que costó, sin contar los gastos de marketing, y tuvo que recurrir a los ingresos del extranjero (sobre todo China) para no quedar en una bomba de taquilla. Que «esto» tenga una puntuación de 7.6 en IMDB es para rascarse mucho la cabeza. Es increíble que lo haya dirigido Spielberg.
Ahí va una buena referencia de los 80 (lógico, yo si lo viví). Busca Feliz Cumpleaños, Lubna de RanXerox, un cómic bestial de Tamburini y Liberatore publicado en 1990, en el que uno de los personajes comenta la necesidad de sacar una y otra vez modas basadas en los éxitos del pasado para mantener entretenida a la gente sin tener que comerse mucho la cabeza. Profético. ¿Verdad? Que lo más llamativo de una película que ha costado 175 millones de dólares sea un modelo 3D de un coche de hace 40 años es el mejor indicativo de lo mala que es.
Trailer: