Memorias de Africa es una de esas películas simplemente bien hechas, que te apetece ver de vez en cuando y que te recuerdan que la vida es más interesante que la ficción. La historia de una aristócrata menor del norte de Europa, metida a terrateniente en el Africa colonial de principios del S. XX es de todo menos aburrida.
La inquietud que llevara a Karen Blixen, que es la persona real que hay tras esta historia, desde su tierra natal en Dinamarca hasta las llanuras de Kenia para cultivar café es algo que forma parte de ese folclore al que nos han acostumbrado las novelas de Agatha Christie. En el cambio de siglo había una clase social, heredera de la aristocracia del S. XIX, que trataba de encontrar su hueco e identidad en una nueva época, en medio de revoluciones y guerras.
Blixen llegó a Kenia en 1913 arrastrada por un matrimonio de conveniencia con un advenedizo que buscaba más la botella, las faldas y las cacerías que la tranquilidad del hogar. Pero la mujer aguantó y consiguió sacar adelante una plantación de café a pesar de los contratiempos, la sífilis que le pegó su marido, las malas cosechas y el ambiente de la época, que no veía con buenos ojos eso de una mujer emancipada y tomando sus propias decisiones.
Sidney Pollack, que es uno de los directores más cuidadosos que he podido ver, nos desgrana la historia con sumo cuidado y sensibilidad, sin que ello suponga caer en el aburrimiento casi nunca. Porque el gran mérito de Pollack es combinar de una forma entretenida tres historias que trascurren al mismo tiempo, o mejor dicho tres aspectos de la misma historia: la aventura africana de Blixen, los problemas sociales y económicos de una mujer en una época de hombres y el triángulo amoroso entre ella, el marido y un cazador encantador interpretado por Robert Redford.
La ambientación es estupenda, los paisajes son espectaculares, el guión es entretenido y casi todas las interpretaciones son superlativas. La que menos me gusta es la de Redford, que pone la misma cara, con las mismas expresiones y las mismas poses de conquistador irresistible que le hemos visto en otras tantas películas. Pero incluso eso es soportable y, en general, la historia romántica se mantiene al mismo nivel que el resto de la trama. Huelga decir que Merryl Streep roba la pantalla continuamente.
Hay una voz en off, por ahí, puntualizando algunas de las cosas que van ocurriendo, como si la protagonista lo narrase. En general coincido con aquellos que critican la narración de fondo como un recurso pobre para complementar lo que no se sabe contar con imágenes. Pero en este caso hay que señalar que, a su vuelta de la aventura africana, Karen se convirtió en escritora, publicando varios libros con sus memorias y alcanzando un considerable éxito. Por eso la película se llama como se llama. Así que, por una vez, podemos aceptar que la escritora nos vaya narrado aquellos momentos que fueron más importantes para ella 😉
Como decía, una película bien hecha que apetece ver de vez en cuando.
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