Dicen que uno puede perder la razón cuando grita o hace algo inadecuado y lo más normal es que a esa persona le parezca que los demás están locos, al no admitir que tiene razón. ¿A quién podrías llevarte por delante, porque tienes razón, si tuvieras una placa de policía?
Stanley White (Mickey Rourke) es un policía bastante condecorado, que arrastra una importante carga de resentimiento interno tras su paso por la guerra de Vietnam. Cuando le encargan hacerse cargo de la comisaría de Manhattan Sur (Chinatown), todo ese odio acumulado pondrá en peligro su trabajo, su matrimonio y su propia vida.
El nombramiento coincide con la llegada de un nuevo jefe local de la mafia china, Joey Tai (John Lone), que se distingue por una gran frialdad al dirigir los negocios ilegales del barrio chino, sin que el asesinato o cualquier otra forma de violencia le preocupen demasiado, siempre que no llame la atención.
El enfrentamiento entre ambos personajes se desarrolla en medio de las celebraciones del Año Nuevo Chino, al empezar el Año del Dragón, y se llevará por delante a varias personas por el camino. No puedo contarte más, porque el desarrollo de la película es muy violento y quién cae, en qué momento y por qué es importante. Basta decir que White arrasa con todo y con todos.
Que, siendo una persona honrada y con un elevado sentido de la moral, sea capaz de sacrificar a su mujer, liarse con una reportera para utilizarla a su favor, enfrentarse a todo el mundo y seguir ciegamente adelante, a pesar de las personas que van muriendo a su alrededor, nos lleva a esa pregunta que hacía al principio: ¿hasta dónde se puede llegar cuando uno considera que «tiene razón»? Porque la cruzada de White no es un capricho personal, sino una guerra sincera contra el crimen organizado y el tráfico de droga. Pero lo hace de tal manera que, en efecto, por el camino te preguntas quién es peor, si la mafia china o la policía.
Michael Cimino es un director que sólo hizo siete películas a lo largo de veintidós años de trayectoria profesional. Pero esos siete títulos bastaron para demostrar que podía haber sido uno de los grandes nombres del cine por su talento para el drama y las escenas de acción. En 1978 ya había dejado a todo el mundo con la boca abierta con El Cazador, en la que dirigió a Robert de Niro, y su primer título, Un Botín de 500.000 Dólares, había sido un éxito de taquilla a mayor gloria de Clint Eastwood. Sin embargo, tras esos inicios prometedores, Cimino se dio un tortazo de impresión con La Puerta del Cielo, que fue un tremendo fracaso de taquilla, y sólo hizo cuatro cosas más antes de retirarse.
Una de ellas fue esta película, en la que asistimos a un enfrentamiento entre personalidades totalmente opuestas, el policía lleno de ira y el criminal frío. El «bueno» se lleva mal con todo el mundo y viste casi como un pordiosero, mientras que el «malo» es una persona educada y bien relacionada, que viste trajes de lujo. El guión, que es de Oliver Stone, está basado en una novela del mismo título escrita por Robert Daley que había sido comisionado de policía en los años 70 y que tenía una gran experiencia de primera mano en todo lo relacionado con el estado de crimen y violencia que azotaron Nueva York en esa época. Así que tenemos una buena historia, con buenos actores, basada en una novela bien escrita, por un autor que ya contaba con algunos éxitos. ¿Por qué la película no tuvo mayor relevancia?
Es difícil decirlo. La verdad es que las interpretaciones son fantásticas, tanto las de los personajes principales como todos los secundarios, TODOS. Hasta los que van por la cocina del restaurante chino están bien. Caroline Kava, una actriz discreta que hizo un puñado de papeles menores en los años 80 y 90, se come la pantalla cada vez que aparece y da vida a la esposa atormentada, que no sabe si seguir queriendo a su marido o cortar con él por completo. Pero es que cada expresión, cada lágrima, cada discusión, parecen auténticos y te dejan preocupado por lo mucho que está sufriendo ese matrimonio.
Por su parte, Cimino demuestra que es un gran director. Las escenas dramáticas son muy duras y las de acción te arrastran sin que te des cuenta de lo que duran, con posiciones de cámara y movimientos perfectamente coordinados. Entonces, ¿qué es lo que falló? Con un presupuesto de algo más de veintidós millones de dólares, no llegó a cubrir los costes de producción, y fue uno de los fracasos de taquilla más gordos de 1985 y el segundo consecutivo para su director.
La crítica la alabó por su dinamismo, el público reconoció el carisma de los actores y Quentin Tarantino ha reconocido que es uno de sus títulos favoritos. Yo tengo que unirme a todo ese reconocimiento y decirte que es una película que veo de vez en cuando y que siempre me parece entretenida, aunque es cierto que la segunda mitad pierde fuelle. Aún así, si te gusta el cine de gángsters, esta te va a encantar.
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