Vaya historia, vaya historia. El tema de los abusos sexuales a menores en el seno de la iglesia católica ha llegado a un punto en el que parece que todas las suspicacias son pocas. La pregunta que plantea la película es, ¿basta la suposición de que ocurre algo para que ocurra algo?
El Padre Brendan (Philip Seymour Hoffman) es el superior de una comunidad en Nueva York al que corresponden tanto una iglesia como un colegio religioso, dirigido por la estricta Hermana Aloysious (Meryl Streep). La rutina diaria transcurre entre la actitud condescendiente y progresista del primero y la vigilancia de la segunda, sin que llegue a haber un enfrentamiento entre ambos, que más bien se complementan en la gestión de la comunidad.
El conflicto se presenta cuando la Hermana Aloysious observa desde su venta cómo uno de los alumnos retira el brazo con fuerza cuando el Padre Brendan le roza accidentalmente, interpretando este gesto como una muestra de que pueden estarse produciendo abusos sexuales de algún tipo. Desde ese momento el objetivo de la Hermana es conseguir que Brendan confiese y se aleje del colegio, para proteger a los niños. Por su parte, Brendan no comprende el motivo de la persecución y acusa a la Hermana de divulgar rumores en su contra.
El problema de las películas basadas en obras de teatro es que corren el riesgo de ser películas que parecen la grabación de una obra de teatro. En este caso, La Duda es una adaptación de una obra escrita por John Patrick Shanley, que en 2004 ganó los premios Tony y Pullitzer. Así que mala no parece. Pero claro, lo que funciona bien en teatro no tiene por qué funcionar bien en pantalla. Y tener larguísimas secuencias de debates filosóficos en torno al mismo punto una y otra vez, pues no es que sea la mejor forma de mantener la atención del espectador.
Entiendo que adaptar una obra de teatro, que consiste precisamente en largas escenas de diálogo en el mismo sitio para aprovechar los cambios de escenario, no debe ser fácil. Pero mira, yo nunca he tragado a Shakespeare y las adaptaciones que hizo Kenneth Branagh en los 90 son todas estupendas, consiguiendo, precisamente, escapar de la limitación de cuatro paredes que impone la adaptación teatral.
No estoy diciendo que la película sea mala, que no lo es. Tampoco digo que la historia no sea interesante, que lo es. Pero es lenta y repetitiva y no vamos a ninguna parte y nos quedamos una y otra vez preguntándonos qué pasa. Pero no «qué pasa» como si fuera un misterio, sino «qué pasa» que aquí no pasa gran cosa. El hecho de que el propio Stanley, el autor de la obra original, sea el guionista y director quiere decir que la película nos cuenta exactamente lo que él quiso decirnos. Pero quizás un director de teatro no sea la mejor opción para hacer una película de su propia obra. ¿Falta de distanciamiento para tomar buenas decisiones?
La historia está bien, las interpretaciones son maravillosas (incluso la de Amy Adams, que se limita a tener los ojos abiertos toda la película y balbucear dos cosas) e incluso apetece verla una segunda vez, así que no seré yo el que no te la recomiende. Pero me quedo con la sensación de que podía haber sido una GRAN película y se quedó en una buena adaptación. Como prueba, seguro que ni habías oído hablar de ella, así que imagina la escasa repercusión que tuvo, a pesar de todos los premios ganados por la obra original, la película y los actores.