Si quieres pasar una tarde de sofá entretenida, sin pensar mucho y con una película de acción sin pausa, Hunter Killer es perfecta. El problema es que el tema está tan visto, las incoherencias son tan gordas y la promoción ha sido tan mala, que estamos ante uno de los mayores tortazos de taquilla del año.
Joe Glass (Gerard Butler) es un oficial de submarinos que ha pasado casi toda su vida a bordo de este tipo de naves, subiendo por el escalafón desde la sala de torpedos hasta el puesto de comandante. Un pequeño grupo de militares rusos, al mando del ministro de defensa, secuestra al presidente y destruye dos submarinos frente a la base naval más importante del ártico, para forzar un enfrentamiento con los Estados Unidos.
La respuesta del alto mando norteamericano es enviar a Glass a toda máquina para recuperar a los supervivientes, al tiempo que despliegan un equipo de operaciones especiales para tratar de rescatar al presidente Zakarin (Alexander Diachenko) y evitar el inicio de una guerra entre ambos países.
Las historias en que un grupo de «patriotas» secuestra al presidente o toma el control del ejército, para forzar una situación de guerra es un tema recurrente en el cine y la literatura. De hecho, el mismo Gerard Butler ha protagonizado varias películas con una temática semejante, empezando por la frenética Objetivo: La Casa Blanca. Son películas que nos sorprenden por la audacia de su planteamiento, ya que un golpe de estado de este tipo implica que alguien tiene las narices de colarse en el Despacho Oval de la Casa Blanca o mete de contrabando un arma nuclear en territorio de la OTAN, como pasaba en El Cuarto Protocolo.
El problema es que ya sabemos lo que va a pasar desde el comienzo de la película: un personaje destacado tomará la iniciativa, se enfrentará a los terroristas o militares rebeldes, recibirá todo tipo de golpes y disparos, y salvará al mundo en el último instante, aunque sea arrastrándose sobre su propia sangre. Así que la historia no tiene mucho misterio. Son los personajes y la forma en que se enfrentan a los desafíos, así como la posible espectacularidad de las escenas, lo que puede llegar a tener algún interés.
En este caso, ese interés consiste en que la mayor parte de la acción transcurre en un submarino, que tiene que acercarse hasta la costa rusa, prácticamente a la distancia suficiente para poner una sombrilla y dos toallas en la playa. Además, como te decía hace un momento, Gerard Butler no para de hacer películas semejantes, así que corre el riesgo de encasillarse como «héroe solitario que rescata al mundo de otro ataque terrorista». Pero aquí es donde viene lo interesante.
Esta película es una de esas que casi no llegan a hacerse y que tuvo que superar muchos problemas para llegar a las salas de cine. Sin entrar en detalles, te diré que el proyecto estuvo varios años saltando de un estudio a otro, por problemas de financiación y distribución. Fue precisamente Butler el que mostró interés en la historia y consiguió que saliera adelante, porque quería interpretar un personaje que superase las dificultades por su inteligencia y no por su fuerza física. Y es que hemos visto a este hombre dar tortazos desde los tiempos de la Grecia Clásica en 300, hasta la época contemporánea, por lo que es de agradecer que intente hacer algo ligeramente distinto.
Hay que destacar la presencia de Michael Nyqvist en el papel secundario del comandante ruso que ayuda a Butler a vencer las dificultades. Nyqvist fue un actor sueco con una extensa filmografía de casi cien títulos, en la que a menudo encarnó a personajes de Europa del este vinculados al crimen, como en la primera película de la serie John Wick. Nyqvist murió al poco tiempo de rodar sus escenas para esta producción y es la última película en la que actuó, dejando sentir su presencia en cada plano en el que aparece.
La producción es espectacular. Las escenas de combate naval son alucinantes. El ritmo de la dirección es trepidante, dejando pocos momentos para el descanso a lo largo de sus dos horas de duración. Así que, como te digo, vas a pasar un rato bastante entretenido.
Pero las cosas no terminan de encajar. Casi como en las películas de James Bond, tienes que abrazar un estado de «suspensión de credibilidad» bastante gordo para creerte lo que está ocurriendo en pantalla. Es difícil creer que un personaje como el interpretado por Gary Oldman, que casi es un fanático deseoso de lanzar los misiles nucleares a la primera provocación, haya podido llegar a ser Jefe del Estado Mayor. No sé. Hay muchas cosas que tienes que ver diciendo «jaja, bueno, vale, no es un documental».
Con un presupuesto de cuarenta millones de dólares, la película sólo ha recaudado treinta y dos, lo que quiere decir que ha sido un fracaso de taquilla considerable. Predecible, machacada por la crítica y con ese revés en taquilla, Hunter Killer quedará olvidada en poco tiempo, pero si la encuentras por ahí, tienes una tarde libre y quieres pasar un rato entretenido, yo te la recomiendo.
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