Cuando te llegan noticias de que tal o cual empresa ha estado envenenado a sus clientes durante años, por ejemplo la industria del tabaco, te preguntas cómo ha sido posible que nadie dijera nada en todo ese tiempo. ¿No había voces críticas? ¿Nadie tenía conciencia? Pues sí, pero el miedo a las represalias o la ambición cierran muchas bocas.
Creo que todo el mundo acepta sin rechistar que fumar es malo para la salud. Vamos, hasta los fumadores empedernidos reconocen que no les hace ningún bien, pero se justifican en un amplio abanico de excusas como que es una costumbre, un hábito, que les tranquiliza, que forma parte se su forma de ser o que les ayuda a hacer la digestión. Lo único cierto es que la nicotina y los chopocientos compuestos químicos que lleva cada cigarrillo te matan poco a poco.
Y no es así porque lo diga yo, sino porque es algo que los propios fabricantes de tabaco han reconocido, aunque no haya sido de forma voluntaria. Uno de los episodios más contundentes en esa historia fue la divulgación, en Febrero de 1996, de una entrevista con Jeffrey Wigand en el programa de actualidad 60 Minutes, de la cadena norteamericana CBS News.
En ese espacio de poco más de media hora, Wigand confirmó que todo el mundo, incluida la directiva, en la industria del tabaco sabía y fomentaba que su producto era perjudicial para la gente. Por ejemplo, utilizando vapores de amoniaco para acelerar la inhalación de la nicotina y conseguir una mayor adicción por parte del consumidor. Está en inglés y no hay traducción, que yo sepa, pero si puedes verla te lo recomiendo.
Que Wigand fuera el responsable de investigación y desarrollo en Brown & Williamson, una de las cinco mayores tabacaleras del mundo, daba bastante credibilidad a su testimonio. Que le hubieran citado en varios procedimientos contra la industria del tabaco y que su testimonio fuera fundamental para conseguir la primera condena por atentado contra la salud pública, también tenía su interés.
Mucho más interesante aún fue la persecución a la que fue sometido por sus acciones. Desde amenazas telefónicas a balas depositadas en su buzón de correos o una campaña de difamación a la que se prestaron algunos medios de comunicación. Sólo, arruinado, divorciado y cuestionado por todo el mundo, Wigand consiguió salir adelante y mantuvo su testimonio en todas las instancias en las que fue requerido, siendo una pieza fundamental en la concienciación pública sobre los peligros del tabaco.
Sobre todo esto, Michael Mann preparó un guión y dirigió una película en 1999 llamada El Dilema (The Insider, en el original), que es una película entretenida, ágil, decente y muy interesante de ver. Mann no ha sido un director muy prolífico, con sólo una veintena de películas a lo largo de unos cuarenta años de actividad profesional, pero casi todas destacan por una elevada calidad técnica y artística, como Heat, El Ultimo Mohicano o la biografía de Cassius Clay, Ali.
Además, para el reparto contó con un elenco de vacas sagradas, incluso en los papeles secundarios. Al Pacino interpretó a Lowell Bergman, que fue el productor de televisión que llevó a la pantalla la célebre entrevista, y Russell Crowe interpreta al propio Wigand, en un papel en el que, de nuevo, se aparta de los personajes de acción con los que se dio a conocer y defiende su capacidad interpretativa, como ya hizo dos años antes con L.A. Confidential y volvería a sorprendernos dos años después en Una Mente Maravillosa.
Pero es que al fondo tenemos a actores de primera categoría, como Christopher Plummer interpretando al periodista Mike Wallace (el presentador de 60 Minutes), o Philip Baker Hall dando vida al directivo de la cadena de noticias que no sabe si inclinarse por su responsabilidad periodística o por el beneficio empresarial.
La película no destacó mucho en las conversaciones cotidianas y es una de esas que se quedan por ahí olvidadas, sin que nadie la mencione mucho, pero hizo más de cien millones de dólares de taquilla en todo el mundo y, como te digo, tiene un buen ritmo (aunque a veces se para un poco) y una historia que merecen mucho la pena.
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