Hay historias que intentan presentarnos personajes miserables como si fueran héroes. A veces sale bien, a veces sale mal. En este caso sale bastante mal. Y es que el carisma de Tom Cruise no consigue levantar una historia mal contada y con un final deprimente.
Sin esforzarme mucho me vienen algunas películas en las que se tratan historias semejantes, como en Air América, que esencialmente es calcada a ésta: la vida de simpáticos pilotos contratados por la CIA con alguna tapadera, para financiar sus operaciones en países en los que quería imponer una u otra política, mediante el apoyo a grupos locales. A menudo los resultados no han sido los mejores ni para el país de destino, ni para Estados Unidos, ni para los pilotos.
Pero esa es otra historia, porque entonces estaríamos ante un drama histórico, como puede ser la excelente Salvador, de Oliver Stone. Y aquí se han idealizado mucho las aventuras de una persona más o menos sorprendente (Barry Seal) y se ha convertido en el centro de una especie de tragicomedia en el que el tipo es tan cachondo, que se supone que tenemos que pasar casi dos horas entretenidos con sus aventuras. Mientras tanto, que traficase con armas, drogas, robase a todo el mundo u otras tonterías no tienen que distraernos de lo cachondo que es.
Pero ni el tipo es tan cachondo ni sus aventuras son tan interesantes. Lo que son es sorprendentes y todo el humor se limita a presentar una y otra vez la paradoja de situaciones que a todos nos llevarían a la cárcel o a una muerte solitaria en algún rincón de la jungla, mientras que a Cruise le salen bien una detrás de otra. Claro, hasta que le salen mal.
¿Que te pillan pasando habanos de contrabando? Ningún problema. Un oportuno cazatalentos de la CIA sabe ver tus cualidades como piloto y te libra de la cárcel con un jugoso contrato en operaciones clandestinas. ¿Que te capturan los tipos a los que estabas espiando con el avión? Ningún problema, los amables narcotraficantes saben ver las oportunidades de establecer una línea área privada para trasladar coca al interior de Estados Unidos y te llevas incluso más pasta con el anterior trabajo. Y encima el amable agente de la CIA no pone pegas. Así una detrás de otra.
Dicen que la historia tiene su ritmo y que el director, Doug Liman, va cogiendo su propio estilo. Pero me da la sensación de que lo que consiguió con Al Filo del Mañana (que esa sí que la recomiendo sin muchas pegas), no se ha repetido aquí. O sí, mira. Porque ahora que lo pienso el problema de las dos es que la primera parte está muy bien, pero llega un momento en que parece que se acaban las ideas y entramos en un periodo de adormecimiento del que nos tiene que sacar una resolución sorprendente. No te cuento el final por si quieres verla, pero no consigue su objetivo.
Cruise está muy bien. Parece que se lo pasa pipa haciendo de gamberro, posiblemente porque él mismo es bastante gamberro. El guionista y el director se lo habrán pasado genial también con la sucesión de chistes que le van contando al espectador, como el momento en que las maletas de billetes terminan siendo tantas y acumuladas de cualquier manera, que se abren, llenan el jardín de dinero y, cuando la mujer le despierta para avisarle, Cruise remolonea diciendo que ya lo recogerá al día siguiente ya que, total, tampoco es para tanto tener el césped tapizado de billetes de 100 y tiene mucho sueño. ¿Chistoso verdad? Pues así toda la película.
Pfff… yo no te la recomiendo. Técnicamente está bien hecha, las interpretaciones son decentes y por ahí le están dando unas valoraciones normalitas tirando a buenas, pero a mí me ha parecido bastante floja. Cruise tiene mejores películas ligeras, como Noche y Día, que tampoco es una maravilla, pero sí mucho más simpática, entretenida y trepidante que ésta.
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